Contemplando el cielo, el firmamento infinito, me siento mal, estos días han sido verdaderamente raros... el malestar creo ha decidido quedarse dentro de mi.
El cielo está azul oscuro... me sorprendo. Dos noches anteriores creo haberlo visto grisáceo...
o quizás un tanto azulado... (como sea creo...creer) no hay nubes en su infinidad, y en la eternidad más alta logro divisar una estrella, solitaria, pequeña, frágil. No es fácil lidiar con la vida, con la enfermedad cuando a tirantes con la muerte me encuentro. Un soplo de vida podría cambiar todo, pero ya no hay ganas, el cuerpo se ha desgarrado momento a momento... el sentido se ha extinguido ¡No hay lamentos, ni lágrimas, ni pena por la que sufrir hoy!, pero puedo decir que algo en mi ha muerto.
Quiero, deseo, siento las ganas de gritarle a los cuatro vientos que algo en mi ha muerto! que algo en mi ha fallecido, que algo en mi se ha ido para descansar, que algo en mi cuerpo ha dejado de funcionar, quiero decirles a todos que el que escribe este fragmento es mi cadáver, pues hoy sabrán todo aquel que quiera que he muerto. (¡!)
En la profunda soledad que ultraja mi pieza, una aguja ha perforado mi piso, como las lágrimas tiempo atrás perforaron mis ojos, como manos ajenas tiempo atrás interrumpieron mi infancia... Hoy quiero decirme y convencerme que he muerto, que la desesperación de mis padres, que las lágrimas de algunos amigos, la felicidad de los enemigos, a los que les da lo mismo puesto que nunca les importe, sino de palabras, a todos ustedes quiero decirles que hoy he muerto, que suene reiterativo, que suene tétrico, que sea ténebre, como sea, he muerto!
No es la felicidad, no es la soledad ni la tristeza, es sólo un lugar más donde puedo estar, pensar, sentir pero jamás cambiar, hubiese deseado que antes de informales a todos el suceso que me conlleva a escribir este trágico texto, que no he podido reprender mis errores, que jamás dejaré mi pasión por las melodías subterráneas, que jamás olvidé una palabra, que nunca me ahogué en lágrimas, que nunca dejaré de sentir mi éxtasis muerto, que nunca dejé de maquinar el "como habrá sido"... hoy sólo sé que algo en mi ha muerto, que mi cuerpo yace denso, pálido, trágico, encima de un lúgubre manto negro, encima de terciopelo, hoy he muerto. (...)