Desde hace unas horas comenzaba a aburrirme, mis dedos se entumecían por el hecho de retener la misma posición desde hace unas horas. La ventana abierta dejaba entrar el frío de invierno a eso de las nueve de la noche, de una forma que me comenzaba a disgustar. Nada interesante era expulsado por la pantalla estúpida frente a mis ojos, nada que llamara mi atención, dilatara mis sentidos, contrayera mis pupilas. Nada. Nada.
En la cuidad, aquel lugar que comenzaba desde los pies del punto más lejano hacia afuera y en todas direcciones, se oían distantes las disputas juveniles, las bocinas de los automóviles; sonidos comunes, precisos y conocidos, sonidos nuevos, distantes y difusos. El Mismo ruido. La ciudad, nueve de la noche. Invierno. Más de lo mismo. El silencio reina desde las murallas hasta mi piel, Pese a que todo lo oigo, mi espacio vacío es una máquina de supresión, mi silencio una máquina de destrucción de lo que se mueve invisible por el aire. La pantalla estúpida reza sus parlamentos de máquina, su zumbido constante, su protesta, su grito de agonía se vierte en mis oídos, sin llegar vivo a mi. Más que un instante silencioso, me rodeo de los cadáveres de los sonidos muertos, sonidos sordos, sonidos extraños, comunes, nuevos, no sonidos, no silencio, ruidos muertos, silencio naciente. Hecatombe invisible: Nada. Y los cadáveres flotantes me hacen recordar ciertas cosas. Angustiante. El silencio se codea con el recuerdo y el recuerdo incita al sufrimiento. Ruidos, silencios, que me hacen sufrir. Un Poco. Quizás bastante. Cuento con la efímera compañía de algunos artificios sucios, cosas de menor importancia, botellas viejas de ron, cigarros doblados y colillas, imágenes de neón en mi mente, viajes de polvo. La compañía de tu ausencia. Cosas efímeras, me dispongo a cogerlas y olvidarme de respirar unos instantes, y el aire inundado de nada no me deja mover mi cuerpo. Cuento con mi compañía: Cosas efímeras. Cuento también, con algunos recuerdos. Suena el teléfono y deseo que del otro lado estés tú. Mi deseo se disipa, no me muevo a contestar. No me preguntaré si hice el esfuerzo por levantarme. Lo siento, es esta prisión, no pretendo dejar de hacerlo: Oprimir el botón. Una vez, otra vez, siento un leve cambio en los músculos de mi rostro, y llega a dolerme: mis ojos se han abierto más aún. Oprimir el botón, y la imagen de la pantalla estúpida se mueve, se transforma. Lo mantengo presionado (aprisionado), y la pantalla, transfórmase solamente bajo mi voluntad. Sólo destella. Me pierdo en el segundo que la pantalla se apaga antes de cambiar. ¿un cuarto de segundo quizás?, en ese instante me fundo en sombras, me pierdo, dejo de existir, muero. Y revivo, la pantalla ha cambiado, aparezco de las sombras iluminado por la culpa de la magnánima pantalla. Soy Un dios, vivo, muero y vivo. Soy Un dios. Como siempre quizás, me veo aprisionada en mis juegos, atrapada por mis sirvientes, consumida por mi culpa, enterrada en el túmulo flotante de cadáveres invisibles. Dejó de sonar el teléfono, vuelvo a sentir el silencio. Odio que me interrumpan. No supe si ciertamente eras tú del otro lado. Jamás lo sabré. Nunca. Miserable, Miserable. Busco una solución a mi infortunio. Salir de este lugar. Mi mano derecha sigue pulsando el botón.Mi mano izquierda, siente el frío metal, muevo luego de mucho tiempo mi cuerpo, sintiendo cada sonido en mis articulaciones y músculos, mi cuerpo duele demasiado, mi cráneo explota. Era el arma de metal frío en mi mano izquierda contándole un secreto a mi cráneo. El único proyectil que ahí había, celoso de no oír el secreto, salió violentamente de su escondite cilíndrico, sin tomar medidas de lo que sucedería. Aquel violento ruido me espiaba de mi pecado del silencio. Expulsaba los cadáveres de los ruidos muertos, para dar lugar al mío. Me unía en una comunión sinfónica, con los ruidos de la ciudad. La pantalla estúpida ya no cambia pero sigue gritando y moviéndose en blanco y negro. Tu recuerdo en la mesa me mira: La fotografía de tu cadáver en la escena del crimen que acabó con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario